16.9.06

¡SI SE PUDO!...OBRADOR.

Junto a Encinas, Abascal fue testigo de reclamos a Calderón
¡Sí se pudo... Obrador!, clamor en el Zócalo durante el Grito
AMLO escuchó la ceremonia en el templete desde el cual dirigió la resistencia; a la medianoche empezaron a desmantelarlo.
El otro grito, surgido de la multitud reunida en la Plaza de la Constitución, anoche fue "¡Obrador, Obrador, Obrador!".Antes y después de que el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, recordara, desde el antiguo Palacio del Ayuntamiento, a los héroes de la Independencia e incluyera en su arenga a Benito Juárez y, en referencia directa al movimiento de resistencia civil y a la convención nacional democrática, gritara también "¡Viva la soberanía popular!", el Zócalo en pleno repitió: "¡Sí se pudo, sí se pudo!". Desde el templete de la resistencia, colocado en el otro extremo de la plaza, Andrés Manuel López Obrador siguió la ceremonia del 196 aniversario del inicio de la guerra de Independencia; gozó los juegos pirotécnicos que por más de 15 minutos iluminaron el cielo del Centro Histórico y luego se retiró, discreto, por una valla hacia la entrada de la estación Zócalo del Metro, para cruzar por el pasaje Pino Suárez y salir a la calle.También por esa entrada del Metro llegó, a las 10 y media de la noche.Al retirarse, todavía escuchó los gritos de sus simpatizantes, presentes hasta el final: "¡Es un honor estar con Obrador!", clamor que llegó también hasta el balcón donde el secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, presenciaba la ceremonia del Grito, mientras la senadora Rosario Ibarra levantaba el puño izquierdo. Abascal debió escuchar también el coro final de las miles de personas que anoche llenaron la Plaza de la Constitución, y que resume el sentir que definió la fiesta popular: "¡Felipe, entiende, la gente no te quiere!" Porque, además, la noche del 15 de septiembre del año de las elecciones no sólo fue distinta porque Fox dejó abandonado el balcón central de Palacio Nacional, sino porque la celebración evocó el ambiente cívico y de protesta que se dio aquella madrugada de hace 196 años, en Dolores Hidalgo. Un Zócalo distinto, donde todo el día confluyeron familias completas, turistas extranjeros, pero sobre todo los miles de ciudadanos que participan en el movimiento de resistencia civil y, hoy, en la convención nacional democrática. Sentado en una silla rescatada de los vestigios del campamento de Zacatecas, el diputado Raymundo Cárdenas veía transcurrir la verbena y la noche. Reflexionó: "es la primera vez que el Distrito Federal se convierte en la vanguardia de un movimiento social tan importante. En la historia nacional, la declaración de Independencia; los constituyentes de 1857 y 1917; la Revolución de 1910, con la toma de Zacatecas; la batalla de Torreón, todo fue en el interior de la República". Y es hasta hoy -dijo- que la capital del país, que en otros tiempos recibió a Maximiliano, al Ejército Trigarante, que sufrió la invasión estadunidense, es precursora e impulsora de la mayor protesta ciudadana y de la convención nacional democrática, de la que está "seguro de que saldrá una nueva República". Ese espíritu de rebeldía corrió por toda la plaza donde, a diferencia de otros años, los puestos de elotes y buñuelos se quedaron lejos, en Madero y hasta el Eje Central, para dar paso a pequeñas mesas de registro de delegados de última hora a la convención, y de toda una iconografía de López Obrador y su movimiento de resistencia. Pocos eran los carritos de banderas, cornetas, matracas y otros artículos típicos de la fiesta septembrina. En cambio, abundaron los vendedores de playeras con la imagen del Peje en versiones inagotables. La que más se vendió -un marchante acabó 400 de un jalón- fue la elaborada por el taller Resiste Arte, que incluyó en sus prendas el mensaje: "yo (un corazón rojo) al Peje". Literalmente voló, entre manos que se lo arrebataron, un cuadernillo a colores llamado 80 carteles de las asambleas populares, con imágenes de la resistencia que nacieron y se reprodujeron con abundancia a lo largo de 47 días. A las ocho, al prenderse la iluminación, la tarde dio paso a la noche y un grito de júbilo se escuchó en una plaza ocupada en ese momento a la mitad, pero que fue llenándose conforme se acercaba la hora del Grito. Cerca de las nueve ingresaron al Zócalo, por Madero, cientos de oaxaqueños con dos bandas musicales, que gritaron: "¡Es un honor estar con Obrador!" Miles de carteles con la foto de Calderón y la frase "no pasarás" se entregaron por una cuota de recuperación voluntaria a todo el que quiso, para que encima de la imagen escribiera su sentir. Y los mensajes fueron desde: "Felipe, entiende, la gente no te quiere", o "nunca serás mi Presidente", hasta otros más duros, como "este imbécil se está burlando de México". Los ciudadanos reciclaron de los campamentos una cartulina con la Oración al fraude: "Monseñor Abascal, ayúdale a Fecal. Santo IFE devoto, auméntale los votos. Santa televisión, bendice la elección. San Marcial Maciel, ruega por él". El festival artístico popular en el templete mantuvo el ánimo, sobre todo la actuación de Eugenia León, como preludio del Grito. El único desliz fue el de Regina Orozco, quien se equivocó en dos ocasiones al interpretar el Himno Nacional. No hubo un solo incidente violento. A la medianoche, como se había anticipado, se cortó la energía eléctrica y comenzó a desmontarse, ahora sí, el templete desde el que López Obrador condujo por 47 días la primera etapa de la resistencia civil.

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EL SABOR DULCE DEL SUEÑO REALIZADO.


En la plaza se impuso un solo grito repetido hasta el cansancio: "¡Obrador!"...
Noche con sabor a victoria en el Zócalo
Será hasta hoy cuando Fox alce su voz en la Plaza de la Constitución durante el desfile

ARTURO CANO

Simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador se congregaron ayer en la Plaza de la Constitución Foto José Antonio López


Y no fue Vicente Fox quien alzó la voz a la mitad del foro ni del balcón central, sino miles las voces que se erigieron en una sola palabra apenas se esfumaba "la galana pólvora de los fuegos de artificio".

Sí, en la plaza de todos el grito se impuso. Una palabra: "¡Obrador, Obrador, Obrador!", repetida hasta el cansancio.

Suave Patria: ¿tú vales por el río de las virtudes de tu griterío? Tres son en realidad los gritos de la noche, porque el "Obrador" se mezcla con "Encinas" y con un soplo de triunfo: "¡Sí-se-pudo, sí-se-pudo!"

Pues sí, Patria, tu superficie zocalera es de los convencionistas, como mañana muy temprano será de las fuerzas armadas y su desfile.

Pero esta noche septembrina la derrota electoral tiene sabor a victoria "porque nos quedamos con la plaza", dicen aquí y allá los de abajo y los que conviven arriba del templete o en el balcón del antiguo Palacio del Ayuntamiento.

A unos pasos, la lopezvelardiana grandeza del Palacio Nacional es hoy la estatura "de niño y de dedal" que también cantó el vate de Jerez. Levemente iluminado, el balcón central se muestra ya sin la púdica manta que cubría, según se dijo, la cabina a prueba de malosos que Vicente Fox emplearía en su último grito presidencial.

No, hoy no pudieron lucirse en el balcón central los jóvenes Fox ni los muchachos Bribiesca, ni Marta Sahagún pudo mostrar uno de sus vestidos típicos, como ese blanco que sólo se usa en las bodas del istmo de Tehuantepec.

No pudo Vicente Fox presumir de nuevo al nieto presidencial, aquel que hacía la "v" de la victoria desde el vientre materno, ni su hija menor tañer la campana de la Independencia. Así, los ciudadanos asistentes se ahorraron las vivas -aportación foxista- a los acuerdos, la pluralidad, la paz y la democracia.
El Presidente que llevó la ceremonia al absurdo se fue a Dolores Hidalgo, Guanajuato, la cuna de la Independencia, ahora dependiente como nunca de las remesas de los migrantes. En enero pasado, por ejemplo, este cronista pudo contar en las calles de esa población vehículos con placas de 35 estados diferentes de la Unión Americana.

En su primer Grito, en el año 2001, Fox pedía "sólo un poquito de tiempo" para cumplir sus promesas de campaña. Ahora, en el poquito tiempo que le queda -pues ya anunció que gobernará sólo hasta el 30 de septiembre-, ya no le resta tiempo sino para los chistes crueles (ombudsman dixit).
Fox se va, de verdad, sin cortarle a la epopeya un gajo.

De plantón a planta.
Miles de pueblos, barrios y colonias comenzará a recorrer López Obrador, luego de que este sábado la CND lo nombre "presidente legítimo de México". Mil pueblos prometió recorrer, sólo en su natal Tabasco, cuando entregó la presidencia nacional del PRD. Se quedó en un tercio porque fue requerido para ser candidato de su partido a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Ahora, al mediodía de este 15 de septiembre, anuncia que recorrerá de nuevo todo el país.
"No me voy a rendir", dice, celebrado con vivas y aplausos por unos cuantos miles que llenan poco menos de media plaza. La despedida es casi íntima, con los más fieles, los más entrones, los que no se perdieron una de las cuarenta y tantas asambleas.

López Obrador reparte agradecimientos mientras a unos metros trabajadores del gobierno de la capital sudan la gota gorda para colgar la campana que el movimiento donó para el Grito a cargo de Alejandro Encinas.
En el último día de esta fase de la resistencia se cede el micrófono a Porfirio Muñoz Ledo, maestro de la oratoria, el acomodo y el codazo, quien arranca con enigmática frase sobre el futuro inmediato:

"El plantón se convierte en planta".
Muñoz Ledo luce su retórica dominguera: "¡Vamos a levantarnos en almas (con ele)! ¡Esta es una revolución de las conciencias!"
Ni abrazo de Acatempan ni Plan de Iguala, sigue Porfirio, muy a tono con la fecha, "¡vamos a construir la Cuarta República!"
Muñoz Ledo insiste igual en el mensaje que ha machacado López Obrador en las últimas semanas:
"Nuestra CND es fundacional, quiere fundar una nueva república".
Y un nuevo partido, dicho sea de paso, porque en los próximos meses, si las cosas salen como las tiene previstas, López Obrador llamará a la formación de un nuevo partido político, para el cual ya hasta nombre tienen: Patria Nueva, como llamóse la fuerza política del también tabasqueño Carlos Madrazo, malogrado reformador del PRI.

Los primerizos del Grito.
La Patria es inabarcable y dividida. Fox, dijo su secretario de Gobernación, Carlos Abascal, "asumió su absoluta responsabilidad en la construcción de condiciones favorables a la concordia, la seguridad y la paz de quienes concurren al Zócalo".

Luego el gobierno diría que hay "grupos radicales" que ponían en riesgo a los asistentes y al mismo Presidente de la República, sin aportar más pruebas que supuestos informes de inteligencia.

Dividida la Patria, aquí se impusieron esta noche los seguidores de López Obrador. "Nunca había venido porque no me interesaban los gritos de los otros", dice María Clotilde, habitante de la Asturias y parte de un equipo que registra convencionistas: "Llevamos 2 mil hoy", dice orgullosa y feliz.

Los tristes son los vendedores de fritangas, que salieron de las calles cercanas y la plaza. Sobreviven, claro, los toreros y también los vendedores de chucherías patrióticas, con la diferencia de que muchas llevan imágenes de López Obrador o consignas de la coalición.

Triste también está Alejandro de Jesús Cano, quien encabeza una familia de seis, porque dice que ellos nunca se pierden el Grito y es "malo que el palacio se vea tan solo". Y eso que votó por el perredista.

La encuesta informal indica que muchos de quienes se animaron a venir hoy son primerizos. "Es mi primer Grito en el Zócalo", dice Camilo Vicente, quien vino con un grupo en marcha desde la Alameda. Su banda mandó hacer camisetas y una manta con la consigna: "Al que robe la Presidencia llámalo usurpador", y entró al Zócalo al grito de "¡el que no brinque es panista!"

Patricia Islas y sus tres amigas son de las pocas que le hicieron caso al vocero presidencial, Rubén Aguilar, quien recomendó a todos venir al Grito y sugirió traer gorritos y trompetas para festejar. Las mujeres se marchan antes del Grito. Una de ellas dice que se van porque no les gusta la ausencia de Fox. Otra guiña el ojo y suelta: "En realidad nos vamos porque nos venimos sin permiso".

La mayoría se queda. Eugenia León regala al Zócalo un espléndido repertorio mexicano y tras ella los aburridos policías que cuidan el Palacio Nacional tararean México lindo y querido.

A las once en punto viene el Grito a cargo del jefe de Gobierno, Alejandro Encinas. Los asistentes parecen estar en un partido de tenis, pues sus cabezas van de un lado a otro, del templete donde está López Obrador al otro donde pende la campana provisional donada por los convencionistas.

Encinas se ciñe, en lo general, a la tradición del Grito. Y luego los juegos pirotécnicos aplacan por un momento las consignas. El cielo se ilumina en un recorrido musical que va de piezas de Agustín Lara a La cucaracha, pasando por el infaltable Huapango, de Moncayo.

Termina la pirotecnia y siguen los gritos de "¡Obrador!" En el balcón del Gobierno del Distrito Federal un personaje que no forma parte del elenco que quieren los asistentes aguanta los gritos: "¡Fuera Abascal!"

La mañana de este sábado no habrá civiles y Fox volverá a alzar su voz a la mitad de un foro lleno de militares.E

Ceremonia del grito de Independencia en el zócalo de la Ciudad de México

Ceremonia del grito de Indepencia presidida por Alejandro Encinas, Rosario Ibarra y el repudiadísimo monseñor Abascal. Video directo de cámara, sin edición.