1.10.06

Las candidaturas ciudadanas harían realidad el derecho de votar y ser votado

Por José Luis Ortega Pérez

Si los seis ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que se han manifestado a favor de las candidaturas independientes no cambian de parecer, el próximo martes se dará inicio a la liquidación del monopolio partidista para postular candidatos a puestos de elección popular, abriéndose la posibilidad de la participación ciudadana sin partido en el terreno electoral.Aprobándose la constitucionalidad de las candidaturas independientes, se abriría la posibilidad, por lo pronto en Yucatán, de que la ciudadanía por fin pueda ejercer plenamente su derecho a votar y ser votado, que muchas veces no es respetado por los partidos políticos, cuya estructura impide muchas veces la participación de candidatos sin partido, a menos de que se goce de la simpatía y aval de las dirigencias partidarias.Pero no sólo el ciudadano sin partido encuentra dificultades para participar electoralmente como candidato, sino también las agrupaciones políticas nacionales, a las cuales el IFE les da un registro pero no les permite participar electoralmente si no es a través de los partidos políticos existentes o convirtiéndose en partido político, siempre y cuando cumpla con los requisitos para ello.Por ello es que la declaración de constitucionalidad de las candidaturas independientes por la Corte permitirá que la próxima reforma electoral incorpore esta figura y enriquezca la participación electoral con la inclusión de las agrupaciones políticas nacionales y locales así como la ciudadanía sin partido, pero no sólo en el terreno de “votar” sino también en el de “ser votado”.En las pasadas elecciones federales, tanto el excanciller, Jorge castañeda como el empresario farmacéutico, Jorge Torres, mejor conocido como el Dr. Simi, buscaron contender por la presidencia de la república como candidatos independientes, pero el Instituto Federal Electoral no aceptó registrarlos porque la ley electoral contempla que sólo los partidos políticos pueden registrar candidaturas para presidente. En el Estado de México, en las pasadas elecciones para gobernador que ganó Enrique Peña Nieto, también hubo un candidato independiente al cual el Instituto Electoral de esa entidad le negó el registro, pero también ha habido casos de candidatos independientes a diputados y presidentes municipales. En síntesis, la demanda de que se incorpore la figura de candidaturas independientes a la legislación electoral no es nueva ni una ocurrencia del Congreso de Yucatán, lo que sí es una contradicción es que el PRD las impugne cuando ha sido una demanda que ha enarbolado en su programa. Bueno, pero por fin la Corte analiza este tema debido a que en Yucatán se aprobó su reforma electoral en la que incorpora la figura de las candidaturas independientes en las elecciones de presidentes municipales, diputados locales y gobernador, pero tres partidos políticos le solicitaron que declarara inconstitucional dicha reforma electoral, porque la Constitución Política de los estados Unidos Mexicanos no contempla las candidaturas independientes.Durante varias sesiones, luego de analizar los juicios de inconstitucionalidad presentados por el Partido de la Revolución Democrática, el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina y el partido local Alianza de Yucatán, la Corte se encuentra dividida, pues seis ministros se han manifestado en favor de las candidaturas independientes y cinco en contra.Del lado de la minoría, el presidente de la Corte, Mariano Azuela, rechazó las candidaturas independientes porque dijo que generarían caos y desquiciarían y pulverizarían a todo el sistema electoral del país, pero además, cuando el pleno de la SCJN estaba por decidir la constitucionalidad o no de las candidaturas independientes, maniobró para que no se realizara la votación al invitar a sus compañeros ministros a razonar bien su voto y postergar el fallo de la Corte para otra sesión, por lo que será hasta este martes en que se decida la constitucionalidad de las candidaturas sin partido. ¡Pero cómo están las opiniones de los magistrados sobre el tema?A favor de las candidaturas independientes por considerar que nuestra Constitución Política no le otorga a los partidos políticos el derecho exclusivo ni el monopolio de postular candidatos de elección popular, están los ministros: Juan Silva Meza, Guillermo Ortiz Mayagoitia, Olga Sánchez, Margarita Luna, Genaro Góngora y José Ramón Cossío.El pelo en la sopaLos 6 ministros de los 11 que integran la Corte, si bien señalan que las candidaturas sin partido no son anticonstitucionales, precisan, que es facultad de los legisladores decidir si autorizan o no que compitan candidatos independientes en las elecciones locales y/o federales.
O sea, que no obstante que la Corte vote la constitucionalidad de las candidaturas independientes, seguirá dependiendo de los partidos políticos el que se acepte la participación de candidatos sin partido. No así en Yucatán, en donde el Congreso local ya aprobó dicha figura y sólo falta que la avale la corte para que se aplique.Sergio Valls, ministro que está en contra, dijo que sería deseable que existieran candidaturas independientes, pero que la Constitución no las permite ni las prevé.Otro ministro que está en contra es Juan Díaz Romero, quien señala que estas candidaturas, no sólo son ilegales, sino que además, la legislación impugnada establece restricciones mayores a los candidatos independientes que a los partidos con registro, lo cual constituía en sí una ilegalidad. Sostuvo que el máximo tribunal no tenía facultades para "legislar" y, que de reconocer que los partidos políticos no tienen "exclusividad" en la nominación de candidatos a puestos de elección popular, el pleno estaría incurriendo en un grave error. Por su parte, el Presidente de la Corte, Mariano Azuela Güitrón, señaló que la aprobación de la constitucionalidad de las candidaturas sin partido resultaría un absurdo, porque la Suprema Corte convalidaría unos requisitos "inconstitucionales y desproporcionados". A su vez, José de Jesús Gudiño Pelayo se opuso al sistema previsto para reglamentar las candidaturas independientes, porque con ello se convalidaba un sistema de "los abajo firmantes". En lo que respecta a los ministros a favor de dichas candidaturas, Genaro Góngora Pimentel, José Ramón Cossío y Olga Sánchez Cordero expresaron su acuerdo con la aprobación de la constitucionalidad de las candidaturas independientes, básicamente porque se atiende el derecho "a votar y ser votado", que es un "derecho fundamental", contenido expresamente por la Constitución y en tratados internacionales reconocidos por el gobierno mexicano. Agregaron que, el artículo 41 constitucional -referido al sistema de partidos- no se dice que sea prerrogativa exclusiva o monopólica de éstos el nominar candidatos a puestos de elección popular, por lo que los estados son soberanos y tienen facultades para legislar sobre las candidaturas independientes. Posiciones encontradas entre diputados panistasMientras tanto, no obstante que en Yucatán el PAN votó a favor de las candidaturas independientes, el diputado panista Jorge Zermeño, presidente de la Mesa Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, se pronunció en contra, porque dijo, “Imagínense cuantos candidatos independientes se van inscribir solamente por el señuelo de poder recibir financiamiento y prerrogativas. Les aseguro que ¡No nos la vamos a acabar! Vamos a tener una fila interminable de candidaturas independientes a todos los cargos”.“Yo creo, agregó, que aquí la Corte no debe legislar, con todo respeto para la Corte. Creo que es un tema que nos corresponde a los legisladores legislar en materia electoral”.Pero por el contrario, el diputado panista Héctor Larios, coordinador de la bancada blanquiazul, se declaró en favor de que se aprueben las candidaturas independientes, pero "con reglas", para evitar que se repita en México el caso del ex presidente de Perú Alberto Fujimori. El diputado panista afirmó, que es un derecho de los ciudadanos aspirar a ser candidatos a puestos de elección popular, porque actualmente este es un monopolio de los partidos políticos.(diariodelpueblo:28/9/2006)
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Principios del comunismo

¿Qué es el comnismo?

El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado.

II. ¿Qué es el proletariado?

El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX.

III. ¿Quiere decir que los proletarios no han existido siempre?

No. Las clases pobres y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en la mayoría de los casos. Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las condiciones que acabamos de señalar, o sea los proletarios, no han existido siempre, del mismo modo que la competencia no ha sido siempre libre y desenfrenada.

IV. ¿Cómo apareció el proletariado?

El proletariado nació a raíz de la revolución industrial, que se produjo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo pasado y se repitió luego en todos los países civilizados del mundo. Dicha revolución se debió al invento de la máquina de vapor, de las diversas máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie de otros dispositivos mecánicos. Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, sólo estaban al alcance de los grandes capitalistas, transformaron completamente el antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros anteriores, puesto que las máquinas producían mercancías más baratas y mejores que las que podían hacer éstos con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. Las máquinas pusieron la industria enteramente en manos de los grandes capitalistas y redujeron a la nada el valor de la pequeña propiedad de los obreros (instrumentos, telares, etc.), de modo que los capitalistas pronto se apoderaron de todo, y los obreros se quedaron con nada. Así se instauró en la producción de tejidos el sistema fabril. En cuanto se dio el primer impulso a la introducción de máquinas y al sistema fabril; este último se propagó rápidamente en las demás ramas de la industria, sobre todo en el estampado de tejidos, la impresión de libros, la alfarería y la metalurgia. El trabajo comenzó a dividirse más y más entre los obreros individuales de tal manera que el que antes efectuaba todo el trabajo pasó a realizar nada más que una parte del mismo. Esta división del trabajo permitió fabricar los productos más rápidamente y, por consecuencia, de modo más barato. Ello redujo la actividad de cada obrero a un procedimiento mecánico, muy sencillo, constantemente repetido, que la máquina podía realizar con el mismo éxito o incluso mucho mejor. Por tanto, todas estas ramas de la producción cayeron, una tras otra, bajo la dominación del vapor, de las máquinas y del sistema fabril, exactamente del mismo modo que la producción de hilados y de tejidos. En consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de los grandes capitalistas, y los obreros quedaron privados de los úItimos restos de su independencia. Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no ya sólo a la manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que comenzó a apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en esta esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los pequeños maestros, montando grandes talleres, en los que era posible ahorrar muchos gastos e implantar una detallada división del trabajo. Así llegamos a que, en los países civilizados, casi en todas las ramas del trabajo se afianza la producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran industria desplaza a la artesanía y la manufactura. Como resultado de ello, se arruina más y más la antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente la anterior situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que absorben paulatinamente a todas las demás, a saber:

I. La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios de existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos (máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios de existencia. Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.

II. La clase de los completamente desposeídos, de los que en virtud de ello se ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin de recibir en cambio los medios de subsistencia necesarios para vivir. Esta clase se denomina la clase de los proletarios, o sea, proletariado.

V. ¿En qué condiciones se realiza esta venta del trabajo de los proletarios a los burgueses?
El trabajo es una mercancía como otra cualquiera, y su precio depende, por consiguiente, de las mismas leyes que el de cualquier otra mercancía. Pero, el precio de una mercancía, bajo el dominio de la gran industria o de la libre competencia, que es lo mismo, como lo veremos más adelante, es, por término medio, siempre igual a los gastos de producción de dicha mercancía. Por tanto, el precio del trabajo es también igual al costo de producción del trabajo. Ahora bien, el costo de producción del trabajo consta precisamente de la cantidad de medios de subsistencia indispensables para que el obrero esté en condiciones de mantener su capacidad de trabajo y para que la clase obrera no se extinga. El obrero no percibirá por su trabajo más que lo indispensable para ese fin; el precio del trabajo o el salario será, por consiguiente, el más bajo, constituirá el mínimo de lo indispensable para mantener la vida. Pero, por cuanto en los negocios existen períodos mejores y peores, el obrero percibirá unas veces más, otras menos, exactamente de la misma manera que el fabricante cobra unas veces más, otras menos, por sus mercancías. Y, al igual que el fabricante, que, por término medio, contando los tiempos buenos y los malos, no percibe por sus mercancías ni más ni menos que su costo de producción, el obrero percibirá, por término medio, ni más ni menos que ese mínimo. Esta ley económica del salario se aplicará más rigurosamente en la medida en que la gran industria vaya penetrando en todas las ramas de la producción.