11.10.06

El Arribo de la APOO a la Ciudad de México



Por Alfredo Velarde

En el momento mismo en que esta nota se escribe, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y combativos docentes de la Sección XXII de la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), fracción democrática del charrificadísimo SNTE, de turbios tintes elbistas , arriba a la ciudad capital con un numeroso contingente de pies cansados y altas esperanzas de detener el golpe de mano que la derecha cerril en el poder federal prepara, junto a sus esbirros y perros de presa del Estado mexicano, contra el plantón de la dignidad oaxaqueña que de una y mil maneras ha hecho ostensiblemente claro que Ulises Ruiz , el autoritario y corrupto “gobernador” de la sureña entidad, debe renunciar ya, si el gobierno federal desea un principio de solución a un conflicto que ha durado ya 5 meses de turbulencias políticas. Tras rechazar el unilateral ultimátum postulado por el faccioso Secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza , cuya minimalista “oferta de solución” –que el saliente régimen de alternancia parece no desear- lógicamente impide la construcción de acuerdo alguno con los esforzados oaxaqueños que a lo largo de su marcha hasta la ciudad capital, han logrado, sin duda, cosechar un sin fin de simpatías por todas las regiones por las que transitaron y que padecen gobiernos que no son, en modo alguno, muy distintos al que en poco más o menos 2 años caracterizó al del sátrapa cacique oaxaqueño que, en cualquiera de los escenarios posibles, siempre será parte del problema y nunca de solución alguna.
No hay duda, por eso, que la pírrica oferta de Gobernación, que contempla la destitución de la Procuradora de la entidad, Lizbeth Caña ; la del Secretario de Protección Ciudadana, Lino Celaya Luría ; y la del propio Director de la Policía Ministerial, Manuel Moreno , es una oferta inaceptable, en virtud de que, para la APPO , la caída de éstos personajes, aunque obligada, no resuelve la almendra esencial de su reclamo de fondo asociado a la irrenunciable demanda por la deposición del gobernador (en fuga) del Estado y quien la única función que le queda por desempeñar en la entidad, no es ni puede ser otra, que comparecer ante las autoridades judiciales competentes que quedaran en cualquier escenario postrero al conflicto oaxaqueño, por los 40 asesinatos políticos durante su inconclusa “gestión”.
De hecho, la inaceptable propuesta de Gobernación, desnuda sus reales propósitos, desde el momento mismo en que mantiene torpemente a Ruiz en la gubernatura e incorpora a la misma el ingreso “consensual” de la PFP con tareas de vigilancia, que con razón, la base ampliada del movimiento observa con desconfianza profunda , pues sabe bien que el inconstitucional cuerpo de militares metidos en tareas de policía , sólo contribuiría a descomponer el de por sí turbio panorama que ofrece el dilatado diferendo político.
Se trata de dos lógicas diametralmente opuestas, ya que lo que para unos supone la restauración del “estado de derecho”, para otros implica recular de las insumisas posiciones que detentan los plantonistas como medida de presión que persigue sensibilizar a una Cámara de Senadores reacia a tomar la papa caliente en sus manos y que en buena medida explica el deaseado contubernio de los partidos de la más recalcitrante reacción: PRI y PAN . Y es que el conflicto oaxaqueño, lo que realmente muestra, es que la clase política otrora dirigente en el estado, no lo es más, y si no se comprende ello, la solución deviene técnicamente hablando imposible, por mucho que la derecha política en el estado y la federación supongan que se resolverán las cosas, valiéndose exclusivamente de la represión . La realidad de Oaxaca, más bien, lo que nos está demostrando, es que, cuando la clase dominante y su representación política han perdido todo consenso , como es éste el caso, deja, para todo efecto práctico, de ser dirigente de su función representativa , y se circunscribe a conservarse sólo como dominante , si la opción de la fuerza entrara como variable, frente a la lucha de las aproximadamente 300 organizaciones de la entidad nucleadas en derredor de la APPO.
No hay duda, por lo tanto, que la visión del poder federal mexicano, corresponde a la concepción del sociólogo de la derecha por antonomasia, Max Weber , quien en su obra Economía y sociedad , concibe a la acción política como una tarea llamada a consolidar el dominio de la clase en el poder . De ahí que afirme: “Debe entenderse por dominación (...) la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (...) Un determinado mínimo de voluntad de obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer, es esencial en toda relación auténtica de autoridad”. Esto significa que, en ausencia de esa obediencia, la sociología de derecha weberiana, justifique la represión al otorgar al Estado “el monopolio legítimo de la fuerza” , que es claro no sólo que no sería legítimo en el caso oaxaqueño si decidiera golpear a gran escala al movimiento, precisamente porque, en sentido contrario a la concepción derechista, se opone, justamente, la del pensador italiano comunista Antonio Gramsci , quien en sus Cuadernos de la cárcel , escritos en confinamiento por el fascismo italiano , señaló: “Si la clase dominante ha perdido el consenso, no es más dirigente, es únicamente dominante, detenta la pura fuerza coercitiva, lo que indica que las grandes masas se han alejado de la ideología tradicional, no creyendo en lo que antes creían”. De ahí, que cualquier principio verdadero de solución, para nosotros, no pasa ni remotamente por la fuerza, sino por el diálogo y la negociación justa que permita la reconstrucción del averiado tejido convivial entre los sectores antagonizados en el conflicto oaxaqueño. Y en esa labor, el primer signo positivo sería, no acudir a la represión y deponder a Ulises Ruiz . Todo lo demás, la ruta transformadora de la entidad en sus estructuras políticas, será factible con una señal como la referida, pero que el gobierno federal no desea, porque se sabe vulnerable por el agotamiento de sus tiempos al frente del poder y por la ilegitimidad de origen que detentará, irremediablemente, Felipe Calderón a partir del Primero de Diciembre .