9.11.06

Elementos para Entender los Recientes Bombazos

Elementos para Entender los Recientes Bombazos

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Por Pedro Echeverría V.
En los primeros minutos del lunes seis estallaron cinco bombas en tres grandes edificios, muy significativos, de la ciudad de México: el del Tribunal Electoral, el del PRI y el de un poderoso banco comercial. El Tribunal se encargó de legalizar el fraude electoral contra López Obrador, el PRI respalda aún al gobernador Ulises Ruiz para continuar su poder en Oaxaca a pesar de que ya no gobierna y el banco comercial es símbolo del saqueo económico al que han sometido al país esas in instituciones. Muchos preguntan: 1. ¿Por qué en el Tribunal y no en Los Pinos, donde vive el que dio la orden del fraude?; 2. ¿Por qué en el PRI y no en el PAN, donde está el otro poder? y, 3. ¿Por que en ese banco y no en Banamex, que es el más poderoso? La realidad es que cuando se colocan bombas no se puede escoger con facilidad el objetivo por las condiciones de vigilancias y la búsqueda de no dañar a seres humanos.
Los bombazos contra edificios, cuando los ha hecho la izquierda radical, han sido expresiones de desesperación, de impotencia, de indignación y coraje, pero también de propaganda política. Nadie les haría caso o serían actos sin razón alguna si no hubiera argumentos sólidos para explicarlos. Resulta de un cinismo inaudito condenar esas acciones desde los altos cargos gubernamentales, empresariales y clericales que con sus políticas de acumulación capitalista han contribuido a agudizar las condiciones que esos grupos denuncian. Desde la comodidad del hogar y con ingresos seguros –mucho más si éstos representan 10, 20, 30 salarios obreros- fácilmente, cualquiera puede condenar los bombazos u otro tipo de violencia. La realidad es que la violencia no puede condenarse ni justificarse, pero sí es obligatorio analizar cuáles son sus causas, sus planteamientos, sus demandas y las posibles soluciones de fondo.
Las guerrillas y levantamientos indígenas y campesinos en México han operado por lo menos desde la época colonial en los siglos XVI, XVII y XVIII y siempre surgieron como rebeliones contra las clases dominantes. En el siglo XIX se multiplicaron contra la dominación extranjera, los conservadores, terratenientes y el clero. Incluso lo gobiernos liberales tuvieron que enfrentar movimientos armados contra la acumulación de tierras y para defender el despojo a las comunidades agrarias. La guerrilla del socialista Julio López Chávez contra el despojo de tierras, en Chalco, contra el mismo gobierno de Juárez, fue muy conocida. Durante la Revolución Mexicana de 1910-17 y al concluir la Revolución con una traición al villismo y zapatismo, las guerrillas se extendieron en el país. A lo largo de los 70 años de priísmo, los levantamientos guerrilleros se multiplicaron y no han dejado de estar presentes en la vida nacional.
El EZLN, que surgió como una guerrilla chiapaneca en 1994, pronto se convirtió en un movimiento social que hoy camina aceleradamente hacia la legalidad. Por el contrario, los grupos guerrilleros hoy presentes tienen sus orígenes en las guerrillas rurales de Chihuahua (Ciudad Madera, 1965) y Guerrero (Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, 1967-75), así como en las guerrillas urbanas que surgieron a principios de los setenta después de la matanza de Tlaltelolco en 1968.
Los levantamientos y las guerrillas en México han mantenido continuidad porque el sistema económico del país ha beneficiado de manera abierta y evidente a los grandes políticos y empresarios. Se han hecho reportajes en los últimos años en los que se han publicado más de 50 nombres de grupos guerrilleros que actúan a lo largo del país y, en vez de que los gobiernos se preocupen por resolver los problemas agrarios o económicos, cierran los ojos y oídos.
Difícilmente puede haber alguien que apoye la violencia o los bombazos. Los mismos miembros de las guerrillas han declarado que preferirían vivir en paz. Pero hay que entender que las guerrillas, a través de los siglos, han surgido como instrumentos de autodefensa contra la miseria y la opresión.
Los bombazos del pasado lunes, aunque sean muy condenados por las clases dominantes, no son sorpresa alguna. La realidad es que se convirtieron en sólo un arma de presión para obligar al gobierno de Fox y de Felipe Calderón (FECAL) a acelerar la solución en Oaxaca. Los bombazos, a casi seis meses de iniciado el movimiento de Oaxaca, están llevando al gobierno de Fox a actuar con celeridad y le están advirtiendo que no puede seguir reprimiendo, encarcelando y asesinando a los oaxaqueños. La población mexicana y mundial no quiere la violencia, pero el mismo modelo económico y político la impone. El pueblo lo único que hace es defenderse. ¿No será que la misma clase política y empresarial cierra la salida pacífica.

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